martes, 31 de julio de 2012

Capitulo 8 "Caracas Ciudad de Muerte" V Mal Momento Para Aprender Ingles


V
MAL MOMENTO PARA APRENDER INGLES

Ahora que lo pienso con un poco más de detenimiento, el trayecto que estoy describiendo, se me hizo más largo de lo normal, y a pesar que hace un par de días no recordaba bien como lo había sobrevivido, los últimos acontecimientos me han ayudado a recordar.

Es como dicen, que cuando estas a punto de morir puedes ver de nuevo toda tu vida en retrospectiva… Casi podría asegurar que todos los que estamos con vida aún, podemos disfrutar de la mejor memoria personal que cualquier ser humano en cualquier otro momento de la historia. Con tantos encuentros cercanos a la muerte, los recuerdos y los buenos momentos se mantienen siempre a flote.

De hecho el pensar en las cosas que uno había vivido, las sonrisas, los momentos felices, es lo que lo mantiene a uno cuerdo en esta época donde la muerte nos puede atrapar en cualquier momento. Por lo menos es lo que me mantiene a mí aún en pie y con la mente viva para poder seguir viviendo… Para realmente seguir queriendo vivir aún cuando estoy rodeado de pura muerte.

Pero mejor continuaré describiendo las pocas cosas que recuerdo de esa huida, posiblemente a muchos les esté aburriendo, pero les puedo asegurar que conversar, o escribir las cosas que uno ha tenido que pasar, ayuda a desahogarse y liberarse de tanta presión.

Al llegar al boulevard de nuevo, como ya había dicho, podía comenzar a ver la “Torre de la Previsora”, esa es una torre emblemática de la zona de Plaza Venezuela en la capital de mi país. Me pregunto si aún continuará trabajando su reloj o si se habrá apagado hace ya muchos años por la falta de corriente. Con tantas fallas eléctricas y problemas de electricidad que había sufrido el país con el último gobierno era difícil de creer algo así, pero soñar no cuesta nada, y últimamente es muy difícil soñar cosas bonitas.

Continué caminando, esta primera calle estaba sumamente vacía, pude pasar por los establecimientos de comida rápida y por el boulevard sin muchos inconvenientes. Ya había visto que desde mi espalda una cantidad muy grande de zombies venía caminando lentamente, por lo que regresar sería casi impensable.

Mientras avanzaba la calle se hacía más y más oscura, como si la oscuridad se pudiera comer cualquier indicio de luz que pudiera intentar entrar. No se como explicar esa oscuridad, con el conocimiento que tengo ahora podría pensar que fue un zombie Psíquicos en sus primeros pasos, pues esa oscuridad no era normal, pero en ese momento no pude saberlo ni imaginarlo.

Al llegar a la esquina notaba algo extraño en el ambiente, todo estaba tan oscuro que era difícil observar lo que ocurría, seguía teniendo una sensación extraña, un fuerte olor a sangre inundaba el aire, un olor penetrante y agrio que parecía que no solo te podía llegar por el olfato sino que podía traspasar tu piel.

Estaba caminando lentamente, mis sentidos despertaron y la vista estaba mejorando de nuevo en esta oscuridad, mientras caminaba también comencé a sentir que estaba pisando algún líquido, algo pegajoso y espeso que causaba cierta fuerza para no separar los pies del suelo.

Casi como si todo el suelo hubiera estado cubierto de chicle que se te pega al zapato. Mis oídos comenzaron a agudizarse, y empecé a notar un suave y lento gruñir que parecía venir de todas direcciones. Por un momento pensé que podían ser zombies en los edificios de los alrededores. Pero seguía sintiendo que algo extraño había a mí alrededor, algo que no cuadraba con todo lo que pasaba.

Me imagino que entre el cansancio de no dormir bien los últimos días, estar en plena madrugada y tantos disparos de adrenalina en un cuerpo no acostumbrado al ejercicio y las emociones fuertes tan seguidas, empezaban a cansar mi cuerpo y mi espíritu, porque cuando pude comprender lo que estaba ocurriendo era bastante complicado salir del problema.

Ya me encontraba frente al Centro Comercial City Market, es un centro comercial pequeño cuya entrada principal daba directo al boulevard, noté que el suelo del boulevard no era más que una masa completa de zombies, acostados sobre lo que parecía un grupo grande de personas que se estaban comiendo.

La sustancia del suelo que me dificultaba el caminar era la sangre derramada de los cuerpos que se estaban devorando. Tal vez unos 20, o 30… No se exactamente cuantos eran, pues mi intención en ese momento no era quedarme a contarlos. Lo que mi vista no lograba captar que era lo extraño, es que el suelo estaba ligeramente por encima de lo que debería, ya que parecía que los zombies estaban acostados sobre su comida y la imagen era de un suelo con vida esperando que lo toques para llevarte abajo y comerte.

Me quedé congelado por un momento, comprendiendo que no había visto zombies por que todos en esta calle estaban acostados comiendo. Pensé en retroceder por un momento, estaban tan distraídos comiendo que creía que aún no habían notado mi presencia.

Cuando volteo la mirada, la horda de zombies que venían desde el este no se habían desviado al Centro Comercial el Recreo como esperaba con la cantidad de bulla que había allá abajo, sino que seguían caminando en la dirección que yo me encontraba.

Las puertas del centro comercial estaban cerradas, el enrejado tal vez no fuera difícil de pasar por encima, pero tendría que correr un poco y tomar impulso, porque caminando sabía que me alcanzarían y me tomarían antes de siquiera intentarlo realmente de superar.

Otra opción era rezar y correr por entre todos ellos, esperar que no me tomaran por las piernas ninguno, me tumbara y terminara muriendo. Lo que hizo que terminara de decidir que hacer fue ver a uno de los zombies levantarse lentamente. Su silueta en la oscuridad no denotaba nada hermosos.

Podía ver la silueta de un humano, si es verdad, pero aunque se podía pensar que uno de sus brazos lo tenía levantado, el otro era imposible pensarlo, puesto que se podía ver medio brazo de lado y como un hueso estaba al desnudo.

Empecé a correr hacia la reja del centro comercial, esperaba poder superar la reja sin tumbarla por completo y que adentro no tuviera muchos inconvenientes. Tal vez si estaba limpio podría sobrevivir un tiempo, arriba en el nivel de feria podría conseguir algo de bebida y comida, y de seguro en alguna tienda conseguiría algo de utilidad, tal vez alguna tienda deportiva u otra…

Mientras tantos solo pensaba que quería ser un atleta de olimpiada, poder saltar la verja completa sin necesidad de trepar y llevarme las puntas de arriba, o ser un corredor que pudiera superar los 100mts planos sin que ninguna de esas criaturas siquiera me lograra tocar.

Cuando volví a bajar a la realidad ya estaba pasándome la reja por la parte superior, varios zombies estaban con los brazos arriba intentando de alcanzarme, y la adrenalina me hacía reír como un loco. Mas que todo porque mi mente se había ido a otro lugar, y mi cuerpo se siguió moviendo dejándome pasar al otro lado sin problemas y salvándome de un gran grupo de esas criaturas.

Cuando crucé caí al suelo y rodé. Por suerte lo hice por un lado donde estaban las rampas para subir, ya que en el centro estaban unas escaleras y podría haberme roto el cuello fácilmente al caer.

Me alejé de la reja mientras mas y mas criaturas comenzaban a aglomerarse en la misma y la imagen se me hacía familiar a la del otro centro comercial. La ventaja era que en este no era tan sencillo llegar en un vehículo y derribar la puerta por lo que tendría seguramente algo de tranquilidad. Tal vez unos minutos de respiro y buscar algo que me ayudara en su interior.

Comencé a avanzar hacia el interior del centro comercial, todo parecía sumamente tranquilo, eso me preocupaba. ¿Podía realmente haber encontrado un lugar donde los zombies no lograran entrar y estar tranquilo un rato, comer, beber algún jugo sin pensar que la muerte me alcanzaría en cualquier instante? Pronto descubriría que no.

En el suelo pude ver un rastro de sangre. Parecía que habían arrastrado un cuerpo que se estaba desangrando o que ya se había desangrado. Aún más allá pensé en una criatura sin piernas arrastrándose por si misma, por lo que volví a ponerme en alerta.

Caminé lentamente, siguiendo el rastro, observando las tiendas cerradas y que no mostraban signos de haber sido abiertas ni nada. A los pocos pasos, pude ver que el rastro de sangre se acababa junto a baranda de la plaza central del centro comercial.

Posiblemente lo que se estaba arrastrando se había lanzado para abajo… o lo habían lanzado. No sabía que pensar exactamente, pero tenía que verificar si de verdad el cuerpo se encontraba abajo, o de seguro me encontraría con una de esas criaturas arrastrándose para buscarme.

Al asomarme para ver hacia la plaza central, pude imaginarme como se sentían los americanos en suelo alemán durante la segunda guerra mundial, cuando encontraban una fosa común con cientos de cuerpos de judíos masacrados.

El centro de la plaza en el piso inferior, era una montaña de cuerpos sin vida, una laguna de sangre y muchos cuerpos lanzados y dejados ahí. La pudrición era enorme, pero al ser un olor ya tan común con los muertos caminando en las calles no caí en cuenta de lo potente que era en este lugar.

Observar ese foso común al aire libre me hizo entender que había otras personas aquí, que yo no era el primero en lograr entrar, y de seguro mantenían el lugar limpio de zombies.

Me permití relajarme por un momento, saber que podía haber otras personas con vida dentro del centro comercial y que ellos seguro ya habían limpiado el lugar de zombies, me dejó mas tranquilo y con la mente más liberada para pensar en el siguiente paso.

Tendría que subir los tres niveles hasta la feria de comida, seguro tenían barricadas y una manera fuerte de aguantar ahí en contra del ataque de estas criaturas, además que aquí adentro no entrarían muchas criaturas mientras aguantaran las rejas, y no viniera un loco con un vehiculo a chocar la entrada.

Al mirar hacia arriba, pude ver que en las escaleras mecánicas efectivamente había barricadas con mesas y sillas de la feria. Tal vez le podría pasar por encima una vez llegara hasta allá, puesto que los ascensores estaban apagados, al igual que las luces de casi todo el centro comercial.

Entonces caí en cuenta que la razón de que en la estrada estuviera tan oscuro es porque las luces de este Centro Comercial en el frente estaban apagadas, de seguro para mantener alejadas a las criaturas. Seguro llevaban ya los dos días aquí protegiéndose.

Caminaba lentamente, pensando como podían haber ingresado tantas criaturas y ser controladas por las personas que estuvieran aquí, a menos que estuvieran muy separadas y fuera más fácil de defenderse. Por regla general defenderse de una o dos no era complicado, en grandes cantidades ya la cosa se ponía de difícil a imposible.

Me pareció escuchar algo desde los pisos de arriba, de seguro eran las personas que se estaban refugiando, voltee la mirada para intentar de verlos, pero no podía ver nada moviéndose.

Por un momento me pareció ver un pequeño brillo moverse, me detuve casi al instante, no sabía porqué, pero algo me decía que las cosas no estaban bien. Algo me decía que debía moverme, irme, que corriera, que me fuera… Era como una pequeña voz dentro de mi cabeza.

Entonces pude ver como una sombra se movió en los pisos superiores, y reconocí el movimiento de una persona para apuntar un arma larga. Recuerdo que mis ojos se abrieron, y comencé a correr al pasillo de la derecha, cuando escuché un disparo lo único que pude pensar fue en brincar al frente.

Escuché como el disparo pegó de una pared a mi lado, esperaba que no me hubiera pegado a mí, aunque no me dolía nada, ya había aprendido que con la adrenalina los golpes no duelen al momento, y había escuchado que muchas personas con disparos en el cuerpo no lo notaban hasta pasado el rato.

Estando en el suelo arrodillado me moví lo más rápido que pude detrás de una pared, de donde me habían disparado. Grite que no era un zombie y que no estaba mordido, que solo quería descansar un poco y no quería hacerles daño.

Escuche la voz de un hombre que me decía que ellos tampoco querían a nadie más en ese lugar, que no debería haber entrado, pero que ahora no podría salir a decirle a nadie que viniera hasta aquí como refugio.

Mientras lo hacía, escuché muchos pasos corriendo, que bajaban por las escaleras, sabía que no estaba solo y que venían por mí. Seguro uno seguía apuntando a donde yo estaba mientras uno, dos o mas venían a mi encuentro para matarme.

Decidí ponerme en movimiento, no iba a gastar mis balas con ellos disparando a la oscuridad, pero tampoco me quedaría a conversar mientras venían a matarme. Pensaba como cambiaba la gente en situaciones como esta, y definitivamente no habían cambiado, la inseguridad del país ya nos había hecho así de agresivos y este brote fue solo un disparador de la sociedad en la que vivíamos en realidad.

Corrí por las escaleras que tenía mas cercanas bajando un nivel, sabía que debía buscar salir por la otra salida del centro comercial, la salida pequeña del bazar. De seguro también tendría rejas pero era mejor que devolverme a la otra entrada o de empezar un juego de tiro al blanco contra las sombras.

Cuando corría por el pasillo escuche otro disparo, mucho más cerca. Y la vidriera de la tienda de películas que tenía a mi lado se quebró cuando la bala la perforó. Yo no me iba a detener, ni tampoco voltee para ver quien me disparaba o cuantos eran.

En el camino pude ver que el enrejado estaba cerrado, como era lógico para evitar a las criaturas meterse. Pero también recordé otra forma que podría tener para salir de ahí sin tener que regresarme.

Escuché la voz de alguien joven insultándome, seguí por el pasillo y le disparé a una puerta de vidrio del lado derecho que daba a una local. Escuché como otra persona gritaba groserías pensando que yo no estaba armado y se estaban insultando entre ellos porque ninguno esperaba que les disparara cuando no lo había intentado antes.

Ellos creían que yo les había disparado a ellos, pero yo ya estaba subiendo las escaleras de la parte de atrás del local al piso superior. Tuve que empujar una puerta con todas mis fuerzas para poder abrirla. Fueron necesarios varios empujones, pero los golpes les indicaron a ellos que yo ya no estaba ahí apuntándoles y esperando que aparecieran.

Al entrar por la puerta pude ver exactamente lo que quería ver, estaban los asientos, los pupitres y mi salida al final de aquel salón, donde entre semanas se impartían clases de ingles y cuya ventana inmensa permitía a las personas de afuera ver a los estudiantes desde el Boulevard. La pizarra decía “Good Bye People, Happy Weekend”

Tomé uno de los asientos y corrí hasta la ventana, esto sería solo 1 piso, no podía ser tan alto. Golpee el vidrio con una de las sillas, sentí mis músculos tensarse y temblar con el asiento mientras el vidrio se partía. Lancé la silla sobre un zombie que estaba cerca de la reja. Sería un brinco un poco largo, no estaba seguro de poderlo lograr por completo, pero era intentarlo o dejar que me mataran.

Retrocedí para tomar impulso y empecé a correr, pude ver como dos hombres entraban por la puerta cuando le pasé por el frente, uno de ellos dijo algo como “Que diablos va a hacer…” pero yo no me quedaría a explicarles.

Brinqué tan lejos como pude, la adrenalina provocó que todo fuera en cámara lenta para mí al principio. Creía que si lo lograría sin problemas, que pasaría la reja, pero sentí como mi cuerpo caía más rápido de lo que era necesario.

Instintivamente recogí las piernas contra mi pecho, esperaba pasar la reja y así parecía que lo lograría. Pude sentir un tirón en mi pierna derecha, y escuché rasgarse la tela contra la orilla de la reja donde se había atorado.

Derepente todo cambió sumamente rápido, solo pude cubrirme y esperar el golpe, mi pantalón se había atorado contra la reja y ahora tenía una abertura en la parte baja del mismo que llegaba hasta mi rodilla, sentí como golpeaban mis brazos contra la reja justo en el momento que el pantalón se soltó y terminé de caer en el suelo.

Golpee mi cabeza contra el pavimento porque me estaba cubriendo la cara. Y mi cuerpo se deslizó de lado, golpeándome también las costillas y la cadera. Un fuerte dolor de cabeza me comenzó a atacar de aquél golpe, con los brazos aún sosteniéndome la cabeza empecé a arrastrarme a un lado por el boulevard para alejarme de la reja.

No podía ver bien, estaba mareado y solo rezaba por no estar arrastrándome a los brazos de un zombie, la vista borrosa y la oscuridad, no sabía como no me había desmayado del dolor, pero sabía que si me quedaba en la reja me dispararían.

Sentí unas manos que me tomaron por el hombro, me tomaron con mucha fuerza, en ese instante grité, grité como lo haría un niño al despertarse de una pesadilla y pensar que el monstruo lo había alcanzado hasta su cama y las sabanas no lo habían salvado…

Levanté el arma instintivamente y disparé. Escuché los huesos romperse y un gruñido cuando la bala atravesó la carne de donde debería de estar el rostro. En ese momento mi vista se aclaró un poco más, y pude ver que tenía un zombie tomándome y que no me soltaba a pesar del disparo.

El agujero de la bala parecía haber entrado a la altura de la nariz y de seguro salir por detrás pero no pasó por el cerebro, ni por la columna al salir. Solo lo había lanzado hacia atrás y ese había sido el gruñido.

Cuando acercaba de nuevo su rostro con la boca abierta para morderme, subí un poco más el arma, el cañón quedó en la frente y disparé. La sangre me salpicó, era fría y oscura, también se encontraba algo coagulada y viscosa. El zombie comenzó a caer, aunque su mano no me quería soltar y caí con él a su lado sin poder mantener el equilibrio.

En el suelo me solté de su fuerte agarre, y rodé un poco. Ya venía un par de zombies en mi encuentro y yo me levantaba para evitarlos y seguir mi camino. Les grité a los del centro comercial que me habían seguido “Espero que por lo menos aprendan ingles y mueran cultos malditos idiotas…”

Yo iba a continuar mi camino, el aturdimiento aunque disminuía era muy fuerte y comenzaba a pasar, muy lentamente, el dolor de cabeza era aún peor, y ahora tenía un pantalón rasgado que no me ayudaría mucho. Pero había salido con vida de aquel lugar…



miércoles, 25 de julio de 2012

Capitulo 8 "Caracas Ciudad de Muerte" IV Una Oda a la Muerte


IV
Una Oda a la Muerte

Ya alcanzábamos el área donde la luz parecía continuar fluyendo tranquilamente. Las calles de la capital ya no volverían a ser las mismas, o por lo menos no desde mi punto de vista.

Recuerdo como algunas de las esculturas que se encontraban en el boulevard para el disfrute del público transeúnte, habían cambiado la perspectiva de la ciudad y ese día habían cambiado un ambiente placentero por uno más macabro, y al mismo tiempo ayudando a convertir el camino en una especie de carrera de obstáculos.

Algunos obstáculos podían morderte y matarte, otros simplemente te ayudaban a resguardarte y a jugar con las posibilidades y poca inteligencia de tus atacantes. Casi se puede decir que podías verlo como un juego, pero donde solo tenías una única vida, sin continuaciones ni repeticiones.

Un pequeño espacio conocido como plaza o escultura, no recuerdo exactamente el nombre socialista que le dieron, pero si recuerdo que era referente a las fábulas de Tío Tigre y Tío Conejo, en la parte superior de las columnas que iluminaban y cambiaban de color, se escuchaba una suave sonata de música clásica, que al culminar una hermosa voz femenina explicaba que era una sonata para piano interpretada por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela. Unos segundos de silencio y fue el tiempo justo para comenzar una nueva canción.

Recuerdo estos pequeños detalles porque me parecían de un humor sumamente oscuro, como melodías clásicas y victorianas para cantar “Una Oda a la Muerte” al más puro estilo antiguo.

La parte positiva, es que los zombies eran atraídos por los ruidos, la música y el cambio en los colores de las luces, por lo que pasar por esos espacios se nos hizo, ligeramente menos peligroso que las otras secciones del trayecto que habíamos atravesado.

Pasábamos frente a la torre Selemar, una torre en la que no llegué a entrar pero sabía que en su interior eran mas que todo, tiendas departamentales, o una única tienda no estoy seguro, y su entrada se encontraba abierta.

Lo recuerdo también porque la gran cantidad de zombies en sus puertas, parecía una concentración de personas intentando entrar a la fuerza para aprovechar una oferta o descuento que no se repetiría en la historia… Y hasta cierto punto era cierto, me imagino el slogan del comercial: “Vengan a la torre Selemar, y llévense todos los productos con descuentos de muerte. Oferta que no se repetirá más, y solo estará disponible hasta agotarse la existencia…”

Si lo se, tengo cierto humor del que únicamente yo soy capaz de reírme, pero son ciertos detalles que deben conocer de mí para que comprendan porqué no me volví loco desde el principio, y porqué no me di cuenta a tiempo de otros detalles que eran importantes.

Por primera vez en mi vida, de las mil y una veces que me había caminado ese Boulevard paseando, viendo las tiendas o sencillamente despejando la mente, estaba sumamente pendiente de los detalles y nombres de los edificios. Después de lo que me había ocurrido atrás, no podía permitirme una nueva sorpresa, y menos ahora que conocía a más detalle las posibilidades de ser atacado por una de esas criaturas en caída libre.

Pude conocer que existía un edificio llamado BEN que me trajo a la mente la canción de Michael Jackson. Pero aunque en mi mente comenzó a sonar la melodía de aquella antigua canción, la escena en sus ventanas no eran para nada prometedoras, con los ataques, la sangre, y el cuerpo que se encontraba guindando y meneándose ahorcado desde uno de los balcones. Parecía que el dueño del apartamento se había lanzado para matarse ahorcado logrando su cometido.

Pero de seguro lo que no esperaba, era que en los pisos inferiores, a través de la ventana, mordieran su cuerpo muerto y luego se convirtiera en una de esas criaturas. En cualquier momento su cuerpo abriría los ojos, y de seguro intentaría de caminar en el aire.

Pensé que sería una escena interesante pero no podía quedarme para esperarlo, no conocía el tiempo que se necesitaba para que un cuerpo se levantara, no conocía con que velocidad se transmitía el virus, solo sabía que no debía ser alcanzado y que debíamos continuar caminando.

Unos pasos más, y me encontré con el Señor Bras, que se había sentado frente a la entrada del Galería Eliseo. Parecía que el niño se había quedado ya dormido o desmayado, pues la toalla oscura donde su abuelo lo cargaba no se movía, y el viejo observaba los juegos infantiles con lágrimas en los ojos.

De seguro recordaba como en algún momento había pasado por esta misma calle con su nieto y su hija, jugando en estos juegos infantiles que el gobierno había dispuesto gratuitamente en medio del boulevard.

Ahora que volteaba a verlos con mas detalle, los juegos originalmente tenían varios colores, rojos, amarillos, verdes… Sin embargo ahorita todos estaban de un único color, un color rojo que chorreaba en muchos de ellos.

Me acerqué a uno, vigilando que no se me acercara ningún zombie que pudiera ser un peligro, por alguna razón en esta zona no habían tantos como en las cuadras de atrás, aunque me era desconocida la razón exacta de este fenómeno.

Creía que los juegos habrían sido recién pintados de rojos por el gobierno que aún se mantenía al poder, después de todo siempre había sido su color, pero al tocarlo y notar que era muy espeso y no era pintura comprendí que todos los juegos se veían así por la sangre que tenían encima.

Todo aquél lugar parecía estar acabando de pasar por un ataque a gran escala, todo el suelo estaba lleno de charcos, y salpicaduras de lo que indiscutiblemente era sangre.

Entonces escuché un gruñido a mi espalda, y a una de las criaturas como luchando, pensé que me había alcanzado algún zombie y sería mi perdición, aún más allá, también pensé en que estarían comiéndose al Señor Bras… A quien engaño, rezaba porque lo que escuchara era un zombie sobre el señor Bras y no que fuera uno buscando montarse sobre mí en aquél instante.

Me di la vuelta rápidamente, nervioso, y levantando el arma, tomándola con ambas manos, el dedo en el gatillo y quitándole el seguro. En ese instante no logre ver a ningún zombie. Solo observé que el Sr. Bras continuaba sentado, abrazando fuertemente la toalla oscura donde tenía a su nieto que parecía haberse vuelto a despertar.

Sin dejar de apuntar, me acerqué lentamente, el no levantaba la mirada y luchaba con su nieto, siseándole para que no hiciera ruidos como había hecho hace mucho rato y se había calmado.

Recordé en ese instante que cuando salió de la tienda, lo hizo con una toalla clara, luego llevó a su nieto en una toalla bicolor que no sabía de donde había sacado, y ahora lo cargaba en una toalla, que en la poca luz de la noche se veía de un único color oscuro.

Volví a escuchar los gruñidos, y pude ver la agresividad con la que el niño se movía, Bras levantó la mirada hacia mí con odio, y entonces comprendí que su nieto ya se había infectado antes de salir de la tienda.

Había traído por todo el camino a un niño moribundo y que se murió en sus brazos, y ahora desde adentro de la toalla, estaba buscando con todas sus fuerzas morderlo y llevarlo consigo a las filas de este ejercito de la muerte.

El se levantó de golpe, casi no me hubiera dado tiempo de reaccionar, si no hubiera tenido el arma sin el seguro y el dedo en el gatillo, en serio no hubiera podido reaccionar. Nunca había visto a una persona mayor moverse tan rápido y con tanta agilidad, que de seguro conseguía por la adrenalina o algo más que me era inexplicable.

Una bala fue disparada, sea por suerte, casualidad o el destino, la bala había atravesado la toalla oscura de sangre, y alcanzándolo en el pecho. Dio un paso atrás, y pude ver como sus brazos se aflojaron un poco, lo hicieron instintivamente para ver al niño como estaba…

Parecía que no le importaba que le acababa de disparar en el pecho, se le veía en el rostro que estaba más preocupado porque su nieto se dejó de mover inmediatamente, y yo no podía quitarle la mirada de encima, si en aquél instante algún zombie se me hubiera acercado por la espalda no estoy seguro que hubiera podido escucharlo o notarlo.

Volvió a verme y su rostro mostró una mueca difícil de descifrar, era una expresión de dolor, y odio al mismo tiempo, pero no estaba seguro si era por lo que le había pasado a su nieto o por el disparo que acababa de recibir y no estaba seguro si sabía que tenía.

Cayó arrodillado, aún con su nieto en sus brazos, y aproveche de voltear y ver a mi alrededor. Algunos zombies salían de la estación del metro Sabana Grande, otros parecían comenzar a salir de los edificios más atrás de donde yo venía o de más adelante a donde me dirigía en aquél momento.

Escuché un golpe seco mientras giraba para verificar todos mis ángulos, y al ver a Bras estaba en el suelo con su nieto abrazado bajo su cuerpo. Me acerqué con cuidado, me interesaba recuperar el palo que tenía, puesto que ya había perdido la pequeña estaca que tenía anteriormente.

Primero lo moví con el pié, no respondió, parecía no respirar porque no se veía movimiento de su pecho. No tenía mucho tiempo para verificar, los zombies se acercaban por las calles del boulevard después de escuchar el disparo. Lo terminé de poner boca arriba. Y soltó la toalla.

Sus ojos abiertos miraban a un cielo sin verlo, el iris se estaba aclarando, no sabía si se convertiría o si no había sido mordido por su nieto. En la toalla pude ver que el disparo le había dado justo en la cabeza al niño, y lo volví a tapar tranquilo que no se levantaría.

Al ver por última vez a Bras, observé que tenía mas sangre de la que parecía en el pecho, no estaba seguro si el disparo había alcanzado el corazón o era sangre de alguna mordida del niño. Así que preferí no arriesgarme y con el mismo palo que le estaba quitando le atravesé el cerebro para que no se fuera a levantar en las próximas horas… o minutos que es lo que había tardado el niño. No había pasado ni una hora desde que abandonamos la tienda y se había convertido en uno de ellos.

Claro que la sangre de la toalla me decía que había muerto con mucha perdida de sangre lo que pudo acelerar el proceso. Tal vez el tiempo era después de muertos unos minutos, pero no podía ponerme a averiguar esa información en ese momento.

Aproveché y bajé la calle con dirección al Centro Comercial El Recreo. Si lograba traspasar las puertas y los zombies no lo habían invadido todavía podía intentar varias cosas. Tendría comida, cambios de ropa, y tal vez lograra romper los cristales o algo de la tienda de armas que se encontraba en la parte de atrás.

Me movía lo más rápido y silencioso que podía, quería llamar la atención lo menos posible. Mientras bajaba si note mayor movimiento de zombies en la esquina de la avenida. Justo donde estaba la entrada del centro comercial.

Oculto entre los vehículos, pude ver una gran cantidad de zombies en la entrada al Centro Comercial. Por eso la calle superior del boulevard estaba tan vacía a esta altura, al parecer desde el interior, un grupo de personas los mantenía a ralla como podían y amontonaban cada vez mas cosas en la puerta.

Con todas esas criaturas en la puerta ya no podría entrar, para poderlo hacer tendría que atropellarlos con un vehiculo, y tumbar la puerta para entrar, pero eso también eliminaría las posibilidades de seguridad en su interior.

En ese instante, como si alguien hubiera leído mi pensamiento, pero no completo y se hubiera vuelto loco, escuché el acelerar de un vehiculo, venía esquivando los zombies que podía por la avenida, y se dirigió directo a la entrada del CC.

Pude verlo todo con suma claridad, los cuerpos al ser llevados por el frente del vehículo, pude ver como los miembros volaban con el choque, y aún más allá cuando el vehículo chocó con la reja de seguridad del centro comercial logró medio doblarla pero no tumbarla.

Pude ver como el chofer del vehiculo fue sacado por los zombies que inmediatamente lo rodearon, y como otras de esas criaturas, que se aglomeraban en el frente del vehículo, comenzaban a trepar torpemente por el vehiculo y a ingresar en el centro comercial.

Los disparos desde el interior no se hicieron esperar, empecé a escuchar gritos, muchos gritos de mujeres, los disparos comenzaban a retroceder, los zombies pasaban unos sobre otros para poder entrar…

Recordé las otras entradas al Centro Comercial, pero eran entradas demasiado abiertas y fáciles de traspasar, complicando la posible defensa de las mismas. En especial la del estacionamiento que era completamente abierta si no recordaba mal. Lo que sería un mal lugar para resguardarse en aquél momento.

Los disparos, los gritos, y la euforia de todas las criaturas gimiendo y buscando su alimento atrajo rápidamente a otras criaturas, yo tuve que comenzar a moverme o me vería rodeado. Comencé a subir de nuevo en dirección al boulevard.

Mientras subía tuve que gastar las 2 balas que me quedaban en la recamara, (descubriendo ese hecho al disparar y escuchar el tan temido “CLICK” de un arma descargada), y cambiando entonces el cargador por el otro que le había quitado al policía.

 Sin embargo, abajo el bullicio era tan alto, que los zombies que les pasaba por un lado, al alejarme se daban la vuelta y seguían su camino al Centro Comercial. Casi podría decir que podían hablar y gritarse entre ellos que ahí había comida y alimento fácil…

Yo volví a mi camino original, era de madrugada en el boulevard. La Torre de la Previsora con su hora ya empezaba a ser visible… parecía que nunca podría salir de esta pesadilla, pero era como un faro en la oscuridad del mar indicándome que estaba más cerca del lugar que quería llegar.

A mi mente regresó aquella música clásica que había escuchado unas cuadras atrás, aquella “Oda a la Muerte” que de seguro despedían a Bras, y a los que se encontraban dentro del centro comercial, que un idiota les había tumbado su barricada en un ataque de estupidez…

miércoles, 18 de julio de 2012

Capitulo 8 "Caracas Ciudad de Muerte" III Caminos de Muerte


III
Caminos de Muerte…

No podía creer lo que estaba ocurriendo, o tal vez sí, pero mi asombro seguía dejándome congelado en aquél momento. Recuerdo que podía escuchar los quejidos de las criaturas mientras reventaban el vidrio y empezaban a pasar, empujando los pocos obstáculos que tenían en su camino.

Con la puerta derribada, solo era cuestión de tiempo, muy poco tiempo, para que nos alcanzaran y nos comieran ahí encerrados. Yo los miraba asustado, recuerdo que lo estaba y mucho, por más que ya había matado algunos, que sabía que no eran personas, que en la radio decían que debían ser eliminados en la cabeza…

Era más fácil decir esas cosas y escucharlas a los demás decirlas que hacerlas realmente. Aunque sus ojos blancos de la muerte, aquellos ojos que nunca me cansaré de describir que te llevan a un abismo donde la nada es lo único que existe, esos ojos que te ven sin verte, te siguen sin seguirte en tus movimientos, son simplemente lo peor que mi mente se podía imaginar cada vez que estaba frente a una de esas criaturas.

Note que las mismas estaban caminando lo mas parecido a una línea recta que se puede decir, apartando y/o cayendo sobre las cosas que encontraban en el camino, cuando voltee mi cara para ver donde estaba el señor Bras y su familia, noté que estaban incluso más atrás de mí.

Se podría decir que esperaban que yo los detuviera o algo, mientras las mujeres lloraban y rezaban, el niño aún tenía los ojos vendados, y se encontraba entre los brazos de su madre.

El señor Bras con sus kilos de más, se encontraba sudando y me miraba con una expresión de sumo terror, como esperando que yo le indicara que hacer… Observé unos maniquís a sus lados, y unas toallas encima. No se que pensaba en ese momento, solo sé que le dije “Síganme”, tome una de las toallas grandes, el maniquí sobre el que posaba y comencé a correr…

Luego por puro instinto lo hice por el lado izquierdo del pequeño local, como las criaturas venían por el centro tenía que intentar esquivarlas antes de que se acumularan demasiadas dentro del mismo, las primeras se estiraron para agarrarme cuando les pasaba por un lado, me cubrí un poco con la toalla, y no me detuve esquivando sus manos.

Observé el vidrio al que me dirigía con toda mi velocidad y lo único que pensé en aquél momento es que era un idiota… Ahorita pensando la situación más fríamente, no era tan loco, si ellos pudieron reventar una puerta de vidrio yo podría reventar una ventana más grande… ¿no?... Y bueno, si no lo hacía por lo menos me rompería el cuello y moriría sin demasiado dolor… O esperaba que eso ocurriera…

Bueno, la cuestión es que brinqué hacia el vidrio, con todas mis fuerzas, cubriéndome con la toalla sobre mi cabeza y el maniquí frente a mí como esperando que él recibiera el mayor impacto contra el vidrio y me ayudara a bajar mi propio dolor.

Recuerdo que cerré los ojos, y escuché el cristal romperse a mi alrededor, eso fue como si estuvieras en un cine viendo una película, y revientan un cristal, que el sonido es envolvente y lo escuchas por todos los ángulos… Así mismo escuché como el cristal cedió y me permitió pasar al otro lado, hacia la calle de nuevo.

Ya afuera, y después de rodar un poco, la toalla me había ayudado a no cortarme, me la comencé a quitar lo más rápido que podía, para despejarme y lo primero que hice fue voltear a mí alrededor para ver que no tuviera una de esas criaturas demasiado cerca.

Por suerte la mas cercana que tenía estaba junto a la puerta, y se devolvía después de dar su primer paso hacia el local, para buscarme al escucharme y verme salir, las demás estaban muy lejos para preocuparme por los próximos minutos, pero estaban caminando hacia donde yo estaba, después del alboroto de los cristales rotos.

Voltee mi mirada al interior del local, pero estaba muy oscuro para saber si ya venían en camino o se habían quedado en el fondo del mismo. No sabía si me seguirían o si lo lograrían aunque creo que si los alcanzaban debía de escuchar sus gritos al menos.

Me acerqué al primer zombie que se me acercaba, el que venía saliendo del local, y le clavé la punta afilada de la escoba por donde debería de estar el ojo, derribándola mientras la empujé y sintiendo como su cuerpo hacía estremecer el suelo cuando cayó.

Estaba jalando el palo de la escoba, para poder seguirme protegiendo cuando un grito desgarrador salió del local. Supe que era una de las mujeres, solo le entendía decir “NO” repetidas veces…

Mi mente pensó muchas cosas en ese momento, los habían agarrado, después de mi escape los zombies se lanzaron a ese lado y no pudieron continuar, podía ver en mi mente como las mordían y se los comían sin que yo pudiera hacer nada…

Y de repente, por el mismo lado que yo había salido, pude ver una figura de una persona grande, tapado por una toalla, saliendo de un brinco y cayendo sobre su costado.

No había comprendido lo que pasaba, hasta que se quitó la toalla de encima y pude ver al señor Bras sujetando a su nieto en los brazos, y escuchando como los gritos dentro del local se apagaban mientras otra de las mujeres gritaba de dolor.

Bras me vio directo a los ojos, estaban cargados de rabia, se veía la ira en su mirada, no estaba seguro si contra mí o contra los zombies, que se estaban comiendo a su esposa y a su hija. Pero sabía que si caminaba a mi lado, no podía darle la espalda.

Comencé mirando de nuevo a mi alrededor, pude ver que otros zombies se acercaban y comenzaban a cerrarnos el paso, era el momento de continuar andando, no sabía como haría para no dejarlo muy detrás de mí, sin sentirme amenazado todo el tiempo. Tenerme que cubrir no solo de estas criaturas apestosas y lentas, sino también de una persona llena de odio, no era muy cómodo y hubiera preferido que se fuera por su camino hacia el este y me dejara solo.

Como pudimos esquivamos a las criaturas que se nos acercaban, y estuvimos de nuevo en un camino despejado dentro del caos que se podía ver. Me pegué contra una pared, y esperé que se pusiera a mi lado, seguía cargando al niño, le tenía los ojos vendados, y lo cargaba dentro de unas sabanas o toallas muy grandes de color claro que se había traído del local.

Existían unos locales frente a la calle de la iglesia “Pare de Sufrir”, esa zona siempre olía a basura y pudrición con mucha fuerza, he inclusive yo había llegado a ver personas irse en vomito en esa calle específicamente antes de que todo esto comenzara.

Sin embargo, el olor que se despedía de los pasillos de esos locales, donde cientos de esas criaturas se encontraban atrapadas, era peor que pasar por el frente de un vertedero de basura o por un cementerio que tuviera todas las tumbas frescas destapadas.

Al llegar a la siguiente esquina, ya habíamos perdido los palos de escobas, y solo le quedaba un bate a él, y una estaca de palo de madera a mí. Volteamos a ver hacia lo que sería la Av. Casanova, observando los vehículos abandonados, la sangre en la calle, los zombies caminando lentamente de esa dirección y lo que parecía una “Marcha Zombie” en camino, preferimos continuar probando suerte por el boulevard.

Eran calles más abiertas, y con mayores posibilidades de escapar de masas y grupos de criaturas. Sería más sencillo escapar o engañar la poca inteligencia que habían demostrado esas cosas.

Con todo lo que se ahorita, doy gracias a Dios que en esa época aún no existían los zombies Psiquicos, o los Paralizadores… Aún menos los Cazadores que se hubieran sentido sumamente a gusto en el principio de todo el caos mundial.

Pasaba frente a un Centro Comercial que era nuevo en esta zona, yo en lo particular no le conocí nunca el nombre, era un centro comercial creado por el gobierno nacional, y eso lo sabía porque lo mas vistoso del mismo eran todas las propagandas gigantes que siempre tenía en su frente, en las paredes, y las ventanas de las oficinas del mismo.

Me pareció gracioso que un eslogan político, de principios de la revolución y de la creación de la Quinta República, así como de buena parte del mandato del Presidente Chávez, rezaba “Patria, Socialismo o Muerte”… Y su color principal de representación siempre fue el rojo.

Luego con una enfermedad que tuvo que enfrentar el presidente y otra serie de sucesos, el eslogan había cambiado a “Patria, Socialismo y Vida…”. Pero ya en ese momento la muerte se había apoderado de las calles de Caracas. Me preguntaba si parte del problema no sería una maldición, un embrujo o alguna cosa así… Después de todo, se supone que los monstruos no existen y los zombies eran solamente monstruos de las viejas películas que se transmitían antes…

En varias de las ventanas de los pisos superiores, se podía ver la sangre pegada y restregada por los mismos, así como otras ventanas rotas que te daban a entender que algunas personas habían saltado. Aunque en el suelo ya no estaban sus cuerpos.

Siguiendo hacia el Boulevard, pude notar que unas cuadras mas adelante había luz. Eso significaba que no era toda la ciudad sino ciertas zonas únicamente que habían quedado sin corriente.

Continuábamos caminando, el Sr. Bras continuaba cargando al niño, quien poco a poco comenzó a quejarse menos y a llorar menos. Tal vez era eso, o era que yo no le estaba prestando tanta atención al niño, sino a las acciones de su abuelo. No dejaba que se alejara mucho detrás de mí, cada vez que perdía su visión de la periferia de mi ojos daba unos pasos en dirección opuesta a donde lo había visto y volteaba a ver donde estaba.

Al principio el volteaba a ver mucho a su nieto, le siseaba para calmarlo, si es que así se le dice a ese sonido de “Shhh…” que uno le hace a otras personas cuando quiere que hagan silencio. Aunque mientras el niño se iba calmando el tenía menos necesidad de seguirle silenciando, mientras yo me ponía más nervioso al notar que era mas silencioso y más peligroso para mí.

Escuche unos disparos he inmediatamente me busqué cubrir contra una pared, no sabía exactamente de donde venían en aquél momento, pero no podía quedarme en medio de la calle. El señor Bras hizo lo mismo pero contra la pared del otro lado. Seguidamente escuché unos insultos, y otros disparos, ahí pude sentir que los mismos venían de arriba de donde yo me encontraba.

Estaba a la entrada del edificio Royal, de unos diez pisos aproximadamente, y escuché como un vidrio se quebraba, los disparos fueron más fuertes, un último insulto y un golpe seco de dos cuerpos que habían caído delante de mí.

La escena fue sumamente rápida, no me dio tiempo de detallar toda la caída, después de todo mi mente no era una cámara de grabado ultra lento como pasaban en los programas de Discovery Chanel, pero si pude ver el golpe y como se habían partido el cuello y el cráneo los dos cuerpos que habían caído.

Su silueta contra el suelo, era espantosa, no se podía distinguir la cabeza de ninguno de los 2 sujetos, pero inmediatamente distinguí la pistola en la mano de uno de los cuerpos. El cuerpo tenía un uniforme policial, su cinturón y sus cosas.

Antes que Bras se acercara, me moví por instinto a tomar el arma, y de su cinturón tomé una peineta que tenía balas. Levanté la mirada y pude ver a unos zombies que venían en nuestra dirección, y Bras ya se había acercado hasta mí. Intenté de ocultar el cargador, no se si lo logré, pero igual no me lo mencionó.

Me pidió el arma porque yo ya tenía una, le dije que la que yo tenía no tenía balas y esta si tenía unas, que no tenía mas cargadores, y debíamos movernos, yo sería mas hábil con el arma y tenía practica, (cosa que era mentira), volvió a verme con la misma mirada de odio, pero un fuerte golpe en el suelo a apenas milímetros de mí nos hizo reaccionar instintiva y rápidamente.

Yo caí hacia atrás, levantando el arma inmediatamente a la fuente del sonido, Bras no había caído, pero su carrera lo había llevado de nuevo contra la pared que estaba antes de que se acercara a mí cuando cayeron los cuerpos. Noté que era un tercer cuerpo que había caído a mi lado.

Fácilmente reconocible que ya era una de las criaturas transformadas antes de tocar el suelo, puesto que esta no había caído sobre su cabeza, (lo que me hizo pensar que la caída en vertical la había hecho el propio policía para no levantarse de nuevo), había caído sobre su cuerpo, en alguna posición que no sabría explicar ya que se había picado en dos partes.

De la sangre que había salpicado el golpe, me había manchado y bañado el pantalón. Cosa que hasta ahora no había ocurrido, al estar limpio, dentro de lo que cabe, en medio de todo el caos. Voltee a ver a Bras y ya andaba caminando de nuevo hacia el frente, con la toalla de dos colores en sus brazos, y al voltear pude ver un grupo grande de zombies que venían detrás de nosotros.

No lo pensé y me levanté para seguir caminando, el último zombie de seguro también había brincado del apartamento donde cayó el policía, había logrado asustarme y no podía dejar las cosas a la ligera desde los edificios. Aunque no podría seguirnos a un buen ritmo ya que se movía por el impulso de sus brazos y sus manos, podía representar una amenaza para alguna persona distraída por lo que preferí eliminarlo clavándole la estaca de la escoba en la cabeza, sacándola de nuevo y continuando detrás de Bras hacia Plaza Venezuela…

miércoles, 11 de julio de 2012

Capítulo 8 "Caracas Ciudad de Muerte" II Refugio de Muerte


II
Refugio de Muerte…

Cuando estaba caminando al local detrás de aquél sujeto, estábamos pendientes que ningún zombie nos siguiera en ese momento, mientras notaba como las 2 mujeres estaban tapizando el frente de la tienda con ropa y la pegaban con cinta adhesiva por el lado interno del mismo.

Entramos y el hombre cerró la puerta con seguro, una de las mujeres comenzó a empapar la ropa de la entrada con cloro, mientras la otra por debajo de la puerta dejaba correr agua colorada, que me parecía contenía algún desinfectante con un fuerte olor…

Pensé que podría funcionar, tal vez por un tiempo, si esas cosas seguían el olor de los vivos no nos sentirían tan fácil y rápido. Eso nos daría unos minutos u horas para ver qué haríamos, aparte que tenía que agradecerles por ayudarme ahí afuera eliminando a las tres criaturas.

Paradójicamente, el dueño del local me dijo que cuando el zombie del policía se levantó, los otros dos que estaban en la entrada se distrajeron conmigo, y el agradecía a Dios por ponerme en el camino. Me dijo que era muy bueno de mi parte haberme detenido a intentar de tomar el arma del policía para ayudarlos, aunque no tenía armas.

Él no sabía que en realidad tenía pensado tomar el arma he irme, y tampoco tenía intención de decírselo en aquel momento. El había dado por hecho que yo quería ayudarlos con el arma y eso le dio valor de salir y ayudarme cuando estuve en apuros con el arma sin balas.

Me explicó que esa tienda era de él, y las mujeres eran su esposa, su hija y su nieto, que como todas las mañanas habían ido a la misma caminando, el caos se lo encontraron cuando llegaron ya al boulevard, cuando se iban a devolver a sus hogares tenían un grupo de zombies a sus espaldas y gente corriendo.

Sí le había parecido extraño escuchar tantos disparos en las calles, pero como esta zona de caracas se había hecho tan insegura empezaron a caminar rápido para llegar al local, al principio creían que había algún enfrentamiento entre bandas, o algo así y veían a la gente corriendo en todas direcciones.

No fue sino llegando al local que vieron a algunos muertos levantarse, y comprendieron que no eran bandas o algo así, sino que estaban ocurriendo cosas mucho más grandes.

Una de las cosas que me pidieron casi instantáneamente, fue que me desnudara en la parte de atrás, y el señor me examinaría para ver que no estuviera de verdad mordido. No tuve inconvenientes con eso, en la puerta podíamos ver las sombras pasar y seguíamos escuchando los disparos.

Cuando me volví a colocar la ropa, el dueño buscó la caja de medicamentos y primeros auxilios del local y me dio un antiinflamatorio muscular, me dijo que su hija y su esposa eran medio torpes y se caían mucho por lo que siempre tenía que tener uno cerca, a lo que todos nos echamos a reír.

Pero nuestras risas fueron apagadas por un golpe en la puerta, nos callamos, volteamos a ver, un segundo golpe, se veía una sombra contra la luz matutina. Y luego la sombra continuó su camino.

Volvimos a respirar, no nos habíamos dado cuenta que todos estábamos conteniendo la respiración en ese instante, hasta que el suspiro fue grupal. El niño tendría unos 7 u 8 años de edad.

El señor Bras, que así se llamaba, sacó unas bolsas de galletas y chucherías que tenía en la parte de atrás de la tienda, no era lo mejor que podíamos comer, pero al menos era alimento para callar mi estomago.

Su esposa Rosa, y su hija Luz María estaban distrayendo al niño lo mas alejado de la entrada que podían. Bras y yo conversábamos y nos conocíamos un poco más, sabíamos que tal vez podríamos estar ahí un día, máximo dos, pero no podíamos permanecer demasiado tiempo en ese local.

La corriente de la zona había sido cortada, según nos parecía, porque no funcionaba el pequeño televisor que tenía ni las luces ni nada. Él quería ir al este, a la comisaría de Chacao donde los policías habían dicho por megáfono que montarían un puesto de avanzada de defensa. Yo intentaba de explicarle como estaba ese camino, y como esos mismos policías habían caído apenas a una cuadra de donde nos encontrábamos.

Le expliqué que tendríamos que intentar de ir hacía la zona de Plaza Venezuela, ahí estaríamos en los límites exteriores de la Universidad Central de Venezuela donde también se encontraba el Hospital Universitario, le explicaba que en cuanto saliera la guardia nacional a las calles a detener esta peste, plaga, enfermedad, profecía, maldición o lo que fuera, los hospitales y parques son los primeros lugares a verificar.

Los hospitales para poder atender a los heridos, verificar el virus y/o buscar soluciones, los parques por ser buenas zonas de fácil acceso y salida donde replegar tropas y organizarse. En la zona de Plaza Venezuela teníamos todo eso cerca, por lo que se convertía en un punto de suma importancia estratégica militar, tendríamos que conseguir una buena defensa en ese lugar.

Él no quería arriesgarse a salir con todo el caos que aún estaba en las calles y como escuchábamos todos los alborotos. Teníamos el mostrador y las pocas cosas que podían medio bloquear la puerta colocados en la entrada, y cada cierta cantidad de horas esparcían un poco más de cloro y de desinfectante.

Escuchamos policías, gritos de personas, disparos y demás. Las líneas telefónicas no estaban funcionando, o estaban congestionadas o estaban caídas. En la radio del celular solo estaba funcionando unas pocas emisoras, todas informaban a las personas que no salieran de sus casas, aún no se sabía con exactitud que estaba pasando, pero muchas personas en las calles estaban atacando sin motivo alguno, comiéndose los unos a los otros.

En muchas zonas de Caracas les habían reportado fallas eléctricas y explosiones en apartamentos, gasolineras, vehículos, choques con las autopistas trancadas… En total, quien intentara de salir en aquél momento si lograba ver la televisión o escuchar la radio estaría loco…

Aún así existían los locos. Las llamadas a la radio comenzaron a llegar informando de grupos vandálicos que estaban saqueando supermercados, tiendas deportivas, de ropa, electrodomésticos y demás.

Para el final de la tarde también hablaban de saqueos y ataques parecidos en el interior del país. Las autoridades militares ya se encontraban en las calles, pero solicitaban a las personas que no salieran de sus casas. Se había declarado la ley marcial.

Todo se estaba yendo al infierno en apenas 1 día y ya habíamos caído en ley marcial en la ciudad capital. Durante la noche las explosiones, disparos, grupos y tropas trotando frente al local fueron fácilmente escuchados.

Sin embargo no nos atrevíamos a salir, si ya había salido la guardia solo sería cuestión de tiempo de que tomaran el control, y empezaran a llevar a las personas a refugios o a revisar los locales y edificios de las zonas en busca de personas no infectadas.

Entre el Señor Bras y yo hicimos guardia esa noche… Cada uno durmió por lo menos 4 horas, el hizo la primera guardia despierto. Yo me levanté con la alarma de mi celular para la segunda, y lo encontré dormido, con una sombra junto a la puerta, golpeando suavemente y rasguñando el vidrio.

Me le acerqué suavemente a Bras, y cuando se despertó asustado le tome la mano y le hice una seña de silencio, cuando se calmó escuchó el suave golpe a la puerta de la misma sombra que yo había visto.

Se levantó lentamente, retrocedimos y tomé el desinfectante. Me volví a acercar a la puerta y dejé caer suavemente desinfectante por la ropa del suelo y que corriera un poco a la parte de afuera…

La sombra dejo de golpear por un momento. Si hubiera podido verle el rostro hubiera podido jurar que estaba olfateando. Luego de un par de minutos se retiró del lugar y nosotros pudimos sentarnos tranquilos.

Bras se disculpaba por quedarse dormido, yo le decía que no había problemas, que descansara, el tuvo un arduo camino y un duro día con su familia completa que era lo más importante en aquel momento.

No quería encariñarme demasiado con ellos, después de todo no eran mi familia, pero estando solo no podría sobrevivir tan fácilmente. Mientras mas manos útiles tuviera sería mejor, aunque sentía que estaba ganando más manos para cuidar, que manos que pudieran defender.

Coloqué de nuevo la radio de mi celular, en las emisoras que estaban transmitiendo, tenían una grabadora puesta, informaban con la voz de un hombre al parecer mayor, o por lo menos con mucha fuerza y potencia en la voz, que se había declarado el estado de emergencia nacional y la ley marcial.

La guardia nacional estaría a cargo de las calles, la comida y las necesidades básicas las cubrirían ellos lo antes posible, Las personas debían colocar sabanas blancas en sus ventanas si tenían personas que no estuvieran infectadas, y de colores si alguna había sido infectada, alcanzada o si sospechaban que pudieron infectarse por otro medio diferente al contacto físico.

No decían nada de las personas que estuvieran en locales, u oficinas. Nosotros no queríamos abrir la puerta, y el Sr. Bras estaba demasiado nervioso como para hacer movimientos bruscos que pudieran atraer la atención no deseada de las criaturas del exterior.

El segundo día dentro del local, no pasó muy diferente al primero. Recuerdo que las peores cosas que sentimos y escuchamos eran principalmente los disparos y los comandos retrocediendo mientras disparaban. Nosotros nos cubríamos y refugiábamos en el local como podíamos rezando porque las balas no destruyeran la entrada y nos quedáramos indefensos y con la necesidad de salir sí o sí de aquél lugar.

Sin embargo en la tarde, cuando el niño Miguelito, (se llamaba Miguel pero todos lo llamaban Miguelito), se comió la última galleta que tenían y se quejaba del hambre, también nos dimos cuenta que el botellón de agua se había agotado, y no podríamos estar ahí demasiado tiempo.

El señor Bras tomo valor y convenció a su familia que tendríamos que salir, aunque no le gustaba la idea cuando aún la situación seguía siendo tan caótica por lo poco que conocíamos del exterior del local.

Por lo menos aceptó mi idea de retirarnos al centro, hacia Plaza Venezuela, pues el último grupo armado que habíamos escuchado retrocedía en esa dirección. Lo mejor sería salir en la noche, en el amparo de la oscuridad podríamos tener mayor posibilidad de ocultarnos visualmente, para mí sería una ventaja, tal vez para él no…

Lo principal que pensaba es que en caso de que atraparan a uno de nosotros tenía que ser inmediatamente eliminado, le dije que si yo era mordido y tenía posibilidad de matarme antes de irse que lo hiciera, pero el no quería el mismo trato con su familia.

El quería que si alguno era mordido o atacado se le dejara vivir hasta su último respiro, y luego se le matara, yo sabía que si eso pasaba, y por su comportamiento, el no permitiría que igual tocaran a su familia y eso sería seguramente su perdición.

Entonces decidimos salir al caer la noche, armados con palos de escobas que convertimos en estacas y otras en lanzas, junto con 2 bates que tenía en la tienda para que su nieto jugara, yo con una pistola 9mm sin balas y con la intensión de llegar a Plaza Venezuela de una sola carrera.

Caminando en un día normal antes de todo este Apocalipsis, uno podía tardarse unos 30 minutos máximo si no se detenía a ver las tiendas, y eso suponiendo que ibas caminando lento, pero este no sería el caso.

Nos preparamos tras la puerta, medio quitamos unos laterales de la ropa en diferentes lugares de la entrada para poder ver como estaba las cosas en los alrededores antes de salir…

La calle parecía como si hubiera llovido, había partes de cuerpos desperdigadas por el suelo, brazos, corazones, intestinos… Nos dimos cuenta que el liquido de las calles no era de lluvia, sino la sangre que corría y se encontraba estancada placidamente en el suelo de todos los que habían pasado por el lugar…

El señor Bras decidió vendarle los ojos a Miguelito, pues no quería que viera esos horrores. Desde mi punto de vista otro error más, pues un niño ciego no podrá correr en caso de que les pase algo a ellos, pero había aprendido que en las decisiones de ellos como familia no debía involucrarme… Y de muy mala manera.

Abrimos la puerta, he inmediatamente tuve mi primer susto, de un lado de la puerta, recostado donde no pudimos verlo, un zombie se encontraba tumbado en el suelo sin la parte inferior del cuerpo, arrastrándose sobre su torso, usando la fuerza de sus manos y brazos, y al abrir la puerta lo primero que hizo fue tomar la pierna del señor Bras que le quedó más cerca que la mía.

Inmediatamente le clavamos, mas por reflejo que por sincronización, los primeros palos de escoba en el cráneo, escuchando el romper de los huesos, el aplastar de la carne, como si un pedazo de carne molida se te cayera al suelo cuando cocinabas, y un sonido gutural de la garganta de la criatura con su último aliento.

Nos miramos la cara, y el se apartó para vomitar… Yo pensé que ya me había insensibilizado de todo aquello, pues pude contener las ganas de vomitar, Luz se había devuelto corriendo al interior del local, con el niño, la señora Rosa se puso a llorar a un lado de la puerta y yo tuve que jalar para adentro al Sr. Bras de nuevo y cerrar la puerta antes de que más zombies nos rodearan por ese primer paso tan desastroso…

Cerré de nuevo la puerta tras de mí, y les pedí silencio, pero estaban muertas del pánico, temblando, llorando. El niño se veía que se había hecho encima, a pesar de no haber visto nada por tener los ojos vendados, los gritos de su mamá lo hicieron asustarse por completo…

Yo me acerqué a ayudarlos, y Bras se puso agresivo conmigo, me culpaba que el agua y las galletas se acabaran un día antes de lo que podían haber durado para el niño, me insultaba y me reclamaba…

Yo solo podía retroceder, no quería problemas y menos cuando me habían ayudado, tal vez tuviera razón pero un día más de comida, o de agua no hubiera hecho mayor diferencia, algún día tendrían que salir de ese lugar, por las buenas o por las malas.

A mis espaldas, el vidrio de la puerta comenzó a partirse con las criaturas que la golpeaban que habían escuchado el alboroto, ahora estaba seguro que por las malas era nuestra única opción en ese momento.